viernes, 10 de marzo de 2023

Una nueva versión de "La Cenicienta" - 2ºB

La clase de 2ºB reescribe el cuento de "La Cenicienta" para celebrar el "Día Internacional de la Mujer".

Aquí está el texto que crearon con mucho cariño. 

¡Esperamos que os guste esta nueva versión!  

La fantástica vida de Cenicienta y el misterio de la chancla perdida

Había una vez, en un país muy muy muy lejano, una niña pequeñita, deportista y sana que vivía con su papá y mamá. Eran súper felices juntos. Todos los días se levantaba, se ponía su chándal y se calzaba sus zapatillas de deporte. Desayunaba fruta, leche y cereales, aunque también le encantaba tomar tostaditas con aceite de oliva y jamón.

Un día muy triste, su mamá, que estaba malita, falleció. La niña estaba muy preocupada porque sabía que la iba a echar mucho de menos y porque pensaba que su papá solito no podría hacerse cargo de ella. 

Poco a poco la niña se dio cuenta de que su papá podía ayudarla y cuidar muy bien de ella. Además de trabajar, también hacía la comida, jugaba y seguía saliendo con ella a hacer deporte. 

Pasaron los años y su papá se casó con otra mujer. Ella era muy buena, amable y también deportista como ellos. Tenía dos hijas un poquito más mayores, pero las tres chicas se llevaban de lujo. Paola y Mía tenían 16 y 18 años. 

Siempre estaban las tres juntas por el castillo preparando bromas para gastárselas a sus padres. Una noche, colocaron en una puerta del comedor un saquito lleno de cenizas, para que se cayese sobre ellos al entrar. Pero pasaron las horas y ya no se acordaban de lo que habían hecho. Al ir a cenar, abrieron la puerta y toda la ceniza cayó sobre la más pequeña. Ella se rio mucho con sus hermanas y entre las tres decidieron que a partir de entonces la llamarían Cenicienta. 

Como llegaba el verano, el rey y la reina de otro reino organizaron para celebrarlo una gran fiesta en su castillo. Ellos tenían una hija y dos hijos de las mismas edades que Cenicienta y sus hermanas. 

Invitaron a todos los jóvenes de su reino y de otros reinos cercanos y muy lejanos. Chicos y chicas, a sus familiares y a otros príncipes y princesas de otros castillos. 

Cuando Cenicienta y sus hermanas llegaron de clase un día y menos se lo esperaban, su papá y su mamá les dieron la buena noticia: ¡EN UNA SEMANA HABRÍA UNA GRAN FIESTA!

Las tres chicas buscaron su ropa más chula en sus tres armarios, pero no encontraron nada de nada para la ocasión.

De repente, aparecieron una hadita mágica y un padrino mágico que agitaron sus varitas. En ese momento apareció un chándal para cada una de ellas con detalles preciosos de purpurina y también unos tops modernísimos con los que seguro que iban a deslumbrar a sus amigos y amigas. Habían dejado en el suelo tres pares de zapatillas y unos parches chulísimos para decorarlas. Además, tenían 3 mochilas para que pudieran llevar sus bañadores, toallas y chanclas, porque, claro, los reyes tenían una gran piscina. 

Llegó el gran día y las tres hermanas cogieron sus bicis y se dirigieron a la gran fiesta. Pero, ¡ALGO MUY IMPORTANTE! Antes de salir de casa sus padres les dijeron que debían regresar antes de que dieran las 12 porque todo el encantamiento desaparecería al sonar la última campanada. 

Cuando llegaron al castillo escucharon la música y se encontraron con todos sus amigos y amigas. Juntos, se fueron a la piscina. Allí nadaron, jugaron en el agua, bailaron y se divirtieron mucho al ritmo de la música.

Con tanta diversión, sin darse cuenta, llegaron las 12 y las campanadas del reloj de la torre más alta del castillo comenzaron a sonar. En ese mismo instante, las tres jóvenes comenzaron a recoger todas sus cosas y salieron corriendo de la fiesta hacia sus bicis para llegar a su casa a la hora. Cuando estaban casi llegando a su jardín, sonó la última campanada “¡Uffffff! ¡Menos mal! ¡Justo a tiempo!”.

Se pusieron a deshacer las mochilas y se dieron cuenta de que una de las chanclas de Cenicienta no estaba allí. Las tres hermanas dijeron - ¿Qué habrá pasado? ¿Dónde estará? ¡Alguien la habrá escondido! ¿Quién habrá sido?

Pasaron los días y su querida chancla seguía sin aparecer por ninguna parte. Hasta que un día el príncipe llegó al castillo con una cajita de cartón. Cenicienta al ver a su amigo dijo muy emocionada -¡Qué sorpresa!- Y corriendo llamó a sus hermanas. 

Le invitaron a cenar e hicieron entre todos una cena muy elegante y refinada. Mientras cenaban el príncipe les mostró la chancla y les explicó qué había pasado. 

Resulta que cuando las chicas volvían a casa en sus bicis, pasaron por encima de un bache, y sin darse cuenta, una chancla de Cenicienta salió disparada de su mochila, sin que ella se diera cuenta. Había olvidado cerrarla.

El perrito del príncipe, que casualmente estaba por allí buscando un palo con el que jugar, la encontró y pensó que era de su dueño, bueno, mejor dicho, de su amigo. Y por eso, se la llevó al príncipe y se la dejó en su cajita de los tesoros. 

El príncipe, al verla, fue casa por casa para encontrar a su dueña, pero pasaban los días y no daba con ella. Un día, por fin, se dio cuenta de que era del estilo de Cenicienta, su amiga del cole. Por eso, fue a su castillo y vio que le faltaba una ¡Qué raro!

Después de hablar y cenar, Cenicienta se probó la chancla y ¡TACHÁNNNNNN! le quedaban estupendamente. 

Por fin el misterio estaba resuelto. Cenicienta le dio las gracias al príncipe y así fue como se hicieron grandes amigos para siempre. 

 

FIN

 


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